Se trata del cráneo de un escuerzo perteneciente a una especie que se creía extinguida desde hacía más de dos millones de años. Fue hallado en sedimentos de reciente formación.
En ciertas ocasiones, la voracidad de estos animales los mete en problemas, ya que suelen atacar presas de gran tamaño que no llegan a tragar.
Cazan y se alimentan de un espectro muy variado de animales: pequeñas aves, roedores, anfibios e, incluso, llegan a devorarse entre ellos.
Su boca, exageradamente ancha, está provista de decenas de dientes agudos y algo curvados hacia adentro.
Son corpulentos, de aspecto repulsivo y cuerpo redondeado y rugoso. Tienen ojos muy saltones, cabeza desmesuradamente grande y las hembras son algo más corpulentas que los machos.
Así son estos animales a los que conocemos como escuerzos, cuyo nombre científico es Ceratophrys, que en latín significa “cejas con cuernos”, en alusión a las marcadas protuberancias que posee arriba de sus ojos.
Un anfibio fósil
En los últimos días, el Dr. Julio Simonini, integrante del Museo Paleontológico de San Pedro, descubrió el cráneo fosilizado de un ejemplar de Ceratophrys en sedimentos que, según las primeras apreciaciones, se habrían depositado a finales del Pleistoceno y comienzo del Holoceno, estimándose una antigüedad que rondaría los 10.000 años.
Se logró salvar de la erosión a la mitad posterior del cráneo, la cual incluye parte de las orbitas de los ojos, una sección de la cúpula craneana, la base del cráneo y el maxilar superior con su dentición bastante completa.
El ejemplar hallado en San Pedro, se encontró asociado a restos de otros animales que conformaban la fauna local durante la etapa de transición entre el Pleistoceno y el Holoceno.
Junto al escuerzo se lograron identificar fragmentos de Reithrodon (comúnmente conocido como “rata conejo”, roedor que ya no habita la zona de San Pedro), Tolypeutes (pequeño armadillo al que actualmente se denomina “quirquincho bola”, por la capacidad de enrollar su cuerpo ante un peligro) y Microcavia australis (un cuis de orejas redondas que en el presente habita regiones de clima más seco que el de la provincia de Buenos Aires).
José Luis Aguilar, fundador del equipo que conduce el Museo, señala que “esta asociación de fauna revela características ambientales diferentes a las actuales, señalando la presencia de espacios abiertos y menores índices de humedad”.
Importancia del descubrimiento
En la clasificación taxonómica de los restos del anfibio recuperado por el Museo Paleontológico de San Pedro, está colaborando Federico Agnolin, biólogo del Laboratorio de Anatomía Comparada del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia.
Agnolin, está tratando de determinar si se trata de la especie Ceratophrys ameghinorum, un escuerzo al que, según los registros existentes, se creía extinguido desde hacía más de 2 millones de años, durante el Plioceno.
Al respecto, Aguilar agrega que “si las tareas de comparación con otros ejemplares confirman la idea que se tiene del fósil hallado, éste demostraría que la especie vivió más de 2 millones de años más de lo que se creía, por lo que Ceratophrys ameghinorum habría logrado sobrevivir hasta finales del Pleistoceno o, quizá, hasta principios del Holoceno.”
El cráneo fosilizado de Ceratophrys descubierto será expuesto en el Museo de San Pedro desde este fin de semana en un espacio especialmente acondicionado.
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