DESCUBREN UNA ESPECIE DESCONOCIDA DE PEREZOSO PREHISTÓRICO EN SAN PEDRO

El material fue hallado por el equipo del Museo Paleontológico de San Pedro y representa un gran avance en el estudio y comprensión de la diversidad de los mamíferos fósiles del noreste de la Región Pampeana

El cráneo fosilizado de una especie desconocida de perezoso prehistórico fue descubierto por el equipo del Museo Paleontológico “Fray Manuel de Torres”, de la ciudad de San Pedro, a 170 km al N de la Ciudad de Buenos Aires.

El fósil, que proviene de un nivel estratigráfico ubicado a 18 metros bajo el nivel del suelo actual, fue hallado por el equipo conformado por los Sres. Ignacio Verdón, José Luis Aguilar, Julio Simonini, Fernando Chiodini y Luis Dzickiewicz, integrantes del Museo, junto al joven Fausto Capre, maquinista de la empresa “Tosquera San Pedro”, mientras éste efectuaba trabajos de extracción de tosca a 4 km. de la ciudad.

El cráneo mide 65 cm de longitud y eso permite inferir que perteneció a un enorme perezoso extinguido de casi 4 m de longitud. Por el tipo de fosilización que posee, la pieza recuperada de la cantera pesa unos 25 kilogramos.

Fue descubierto en el 2009 y permaneció en la colección del Museo esperando pacientemente una revisión en profundidad que permitiera su más precisa identificación.

Ese estudio en detalle llegó con el trabajo del Dr. Luciano Brambilla, del Laboratorio de Paleontología Molecular de la Universidad Nacional de Rosario quien, al observar por primera vez aquel fósil, comprendió que estaba frente a algo novedoso.

En conjunto con el equipo del Museo de San Pedro, realizó las mediciones, imágenes y relevamiento de datos morfológicos del cráneo fosilizado para poder efectuar, posteriormente, la comparación con fósiles de otros museos.

El Dr.Brambilla, junto al estudiante Damián Ibarra, también de la UNR, recorrieron colecciones de Buenos Aires, La Pampa, Santa Fe y Córdoba, donde se alojan ejemplares fósiles similares. Revisando además, imágenes de museos de Estados Unidos y Europa, observó, midió, fotografió y obtuvo datos de unos 60 cráneos de perezosos fósiles tratando de identificar la especie, pero nada se correspondía con el fósil descubierto en San Pedro…

Las diferencias de formas y tamaño: una pista de su peculiaridad…..

Al principio se pensó que el cráneo podía corresponder a un ejemplar de Mylodon o de Glossotherium, dos géneros conocidos de perezosos extintos que habitaron la Región Pampeana ya que, por su aspecto general, era a los que más se asemejaba el fósil encontrado.

Sin embargo, pronto surgieron diferencias que llamaron la atención.

Las dimensiones del cráneo hallado fueron el primer detalle…...  

Utilizando como medida de referencia la distancia entre los cóndilos occipitales (nuca del animal) y el primer molariforme, se midieron diferentes ejemplares de los dos géneros conocidos, Mylodon y Glossotherium.

El fósil de San Pedro excedía en más de 14 cm el promedio tomado sobre 17 cráneos de Glosoterios, y en unos 7 cm el promedio tomado sobre 11 cráneos de Milodontes, ubicando la talla del nuevo animal lejos del rango normal de los dos géneros investigados, sin lugar a dudas.

Las piezas dentales del animal fueron todo un tema…..

Los Glosoterios, por ejemplo, poseían cinco dientes a ambos lados del paladar, y los Milodontes, cuatro. Sin embargo, el fósil de San Pedro tiene cinco piezas a cada lado de su paladar, como en los Glosoterios,  pero su aspecto general es más cercano al de los Milodontes.

La forma de su paladar y la distribución de sus piezas dentales parecen ubicarlo en una posición intermedia entre los Milodontes y los Glosoterios, por lo que se podría inferir que su dieta era herbívora, pero bastante variada e inespecífica. Al observar la alineación de los dientes en su paladar, se observa que mantiene el paralelismo característico de los Milodontes, pero con la presencia de un caniniforme como el que poseían los Glosoterios.

Comparado con los dos grandes perezosos mencionados, el animal hallado en San Pedro presenta una prominencia robusta y marcada delimitando la región superior y anterior de la órbita del ojo, lo que seguramente aportaba un detalle particular al rostro de este animal.  

A todos los cráneos de Mylodon y Glossotherium estudiados se les tomaron catorce medidas lineales de referencia entre diversos puntos de su anatomía. De los catorce parámetros, nueve arrojaron significativas diferencias con el fósil recuperado en San Pedro.

Cómo era este enigmático animal..?

Las diferencias anatómicas con los géneros morfológicamente más cercanos llevaron al Dr. Brambilla y al equipo del Museo de San Pedro a hipotetizar que se trataba de una nueva especie. Un animal único proveniente de sedimentos depositados hace unos 800.000 años, durante una edad denominada “Ensenadense”.

Numerosos investigadores apoyan la idea de que en ese lapso de tiempo, ciertos mamíferos, debido a condiciones climáticas y de alimentación favorables, desarrollaron un marcado gigantismo con respecto a aquellos que vivieron durante el resto del Cuaternario pampeano. El tamaño del perezoso descubierto en San Pedro parece apoyar esto último, ya que sus dimensiones superarían las registradas para los dos géneros más cercanos con los cuales ha sido comparado.

Sin embargo, los protagonistas de este descubrimiento suponen que el aspecto físico general no debió haberse alejado demasiado del de los conocidos Mylodon y Glossotherium: un animal cubierto de una gruesa piel, con abundante pelambre, manos provistas de gruesas e importantes garras para defenderse o enganchar ramas y hojas, y una longitud que superaría los 3 metros con una altura, a la cruz, que habría estado entre1,40 a 1,60 metros, y una masa corporal superior a los 2.400 kilogramos.

En cuanto a su cabeza y rostro, sería un animal con un cráneo poderoso, de unos 70 centímetros de longitud, alargado y algo bajo, con amplias fosas nasales, y un ceño abundante con un relieve prominente.

Si bien no es posible tener absoluta certeza acerca del color del pelo de este animal encontrado en San Pedro, se sabe a partir de un cuero momificado encontrado en una cueva de Chile en 1895, que en animales muy cercanos a él, como lo fueron los Milodontes, su tono estaba entre el beige y el castaño claro.

La reconstrucción de la apariencia en vida de este mamífero fósil fue realizada por el ilustrador Jorge Portaz, para el Museo Paleontológico de San Pedro, quien fue graficando los detalles morfológicos de la especie, surgidos del cráneo fosilizado y sugeridos por el Dr. Brambilla y el equipo del Museo.

El nombre de la nueva especie animal emergida de la edad Ensenadense, será consensuado entre el Dr. Brambilla, de la Universidad de Rosario, y el Grupo Conservacionista de Fósiles, equipo del Museo de San Pedro.

La primera parte del nombre seguramente hará referencia a la antigüedad del fósil descubierto con respecto a sus parientes más cercanos, ya que el fósil posee una edad bastante mayor a los fósiles más próximos estudiados de ese grupo de mamíferos.

La segunda parte, por expreso pedido del Museo “Fray Manuel de Torres”, tendrá que ver con destacar la procedencia geográfica del lugar donde fue descubierta la nueva especie, y rendir homenaje a la ciudad de San Pedro ya que, en los últimos 20 años, esta zona ha aportado numerosos hallazgos a la paleontología argentina.

Esta nueva especie fue encontrada en una cantera de extracción de tosca ubicada a unos 4 kilómetros al sureste del casco urbano de San Pedro, a unos 18 metros de profundidad. Hoy, el punto exacto donde se recuperó el cráneo del perezoso gigante ya no existe debido a que, luego de su hallazgo en 2009, se prosiguió con el trabajo de extracción de tosca hasta agotar el predio.

Este caso representa un notable ejemplo de los resultados que se pueden generar, en paleontología, a partir de la interacción entre las empresas mineras, los Museos locales y los investigadores.

Si bien en sus vistas frontal, posterior y lateral, el fósil conserva semejanza con los Milodontes; su gran tamaño, la presencia de un quinto diente y la suma de las numerosas diferencias morfológicas identificadas, demuestran que se trata de un animal totalmente novedoso y desconocido por la ciencia.

Desde hoy, la ciudad de San Pedro posee los restos fosilizados de un animal único que vivió entre el gran universo de mamíferos fósiles que habitaron la región pampeana durante el Cuaternario…y que se quedará entre nosotros.

En búsqueda del túnel franciscano

 

Mucho se ha hablado de la existencia de “túneles” en el casco histórico de San Pedro. Como ciudad originada alrededor de un convento de monjes franciscanos, el mito ha estado siempre vigente. Pero nada realmente concreto ha sido puesto a la luz pública. Desde el Grupo Conservacionista de Fósiles deseamos comunicar las acciones que hemos realizado y la conclusión a la que hemos arribado, luego de 7 años de analizar el tema. Aparentemente, el túnel (y no, “los túneles”) podría ser una realidad…aunque aún no lo hemos logrado “tocar” físicamente.

RESUMEN DE LO HECHO HASTA HOY

En marzo de 2009, el Museo entabló relación con un grupo de investigadores que  poseían un georadar, equipo que por medio de una señal enviada al subsuelo, grafica las diferencias de textura y conformación en los sedimentos de un determinado lugar.

Ese equipo se pasó por todo el casco histórico de la ciudad, sin resultados demasiado alentadores. En la plazoleta Fray Cayetano, el aparato detectó una pequeña anomalía que, en aquel momento y erróneamente, se la interpretó como un posible hueco en el subsuelo. En abril de ese año, con autorización municipal, se zanjeó la plazoleta hasta una profundidad de 9 metros, sin ningún resultado.

La mala experiencia desanimó al equipo del Museo…

Sin embargo, unas semanas después, se volvió a intentar con el georadar una nueva pasada. Pero esta vez la intención era pasarlo sobre un “túnel” conocido, como lo son los desagües pluviales para ver bien cómo lo graficaba el equipo.

La medición se realizó en la esquina de calle Salta y Boulevard Paraná, ya que por allí pasa un tramo de desagüe que baja hacia el río. El equipo marcó perfectamente bien la cavidad del desagüe, resaltándolo con una clara y marcada curva hacia arriba, en la pantalla. Pero lo mejor estaba por venir…

Mientras continuábamos caminando en diagonal desde la esquina de Salta hacia el comienzo de la plazoleta, para completar la visión del equipo sobre el desagüe, y a unos 5 o 6 metros de éste último, el aparato comenzó a graficar otro “túnel” o cavidad que ya no podía ser el pluvial por el que acabábamos de pasar. Algo de similar tamaño al desagüe había sido detectado en el subsuelo. Esto nos animó y acordamos que debíamos confirmarlo. Pero mientras nos preparábamos, un ciclista que bajaba por Salta, hacia los clubes, se llevó puesto un hilo medidor que estaba conectado al equipo, atravesando la calle. Esto derivó en una discusión entre el ciclista y el investigador que trajo el equipo, el cual se molestó, levantó todo y se fue de San Pedro…

De esta forma, nos quedábamos sin poder confirmar la mejor pista que teníamos. Mientras tanto, en las semanas posteriores a estas tareas, y como resultado de haber roto la plazoleta y haber salido en los medios locales la búsqueda del túnel, seis vecinos se acercaron para aportar lo que sabían.

Todos nos hablaron de una “puerta de hierro” en la barranca, en el rincón de la plazoleta donde acabábamos de detectar “algo” parecido a un túnel. Y todos sin saber que un equipo electrónico había señalado un posible túnel en el mismo sector que ellos indicaban. Paulino y Carlos Fasce son hermanos y recuerdan haber jugado allí, de muy chicos, y haber visto una “antigua puerta de hierro” que cerraba un hueco proveniente del interior de la barranca.

Lo mismo recordaban Juan Torrens y Sara Salardi, con la visión de la vieja puerta. Por su parte, Fernando “Ratón” Peralta, nos contó en aquel momento (2009) que, como viejo camionero municipal, había participado en el rellenado del gran hueco que quedó en el lugar cuando esa “boca” en la barranca un día colapsó. Confirmando esto, aún hoy se pueden observar en el lugar restos de escombros con los que fue rellenado aquel derrumbe y se nota que ese relleno, al irse consolidando, se hundió un poco mostrando perfectamente el punto donde estaba la boca que muchos recuerdan.

TESTIMONIOS FILMADOS

En enero de este año (2017), se filmaron entrevistas con Carlos Fasce y con Horacio “Corcho” Domenicone, otro vecino que recuerda vivamente la existencia de aquella puerta. Fasce nos llevó hasta el punto exacto donde recuerda una cavidad entre las plantas, coincidiendo con el antiguo punto de derrumbe, las dos señales de georadar y el punto más cercano ente la barranca y Municipio.

Domenicone, por su parte, recuerda una pequeña puerta de hierro, de chapón, pero con una reja en su parte superior. Una puerta con esas características, sería el diseño ideal si alguien deseara mantener la ventilación de un espacio cerrado, como por ejemplo…un túnel.

Así el tema, nos pusimos a analizar con mayor detenimiento ese punto en el boulevard y observamos que el árbol que hoy está sobre el lugar, curiosamente, es el de mayor desarrollo. Con un diámetro de tronco que duplica a todos los otros de la plazoleta.

Cualquier viverista o jardinero sabe que si plantamos un árbol en un terreno suelto, con mezcla de tierra, escombros y arena, éste podrá extender más “cómodamente” sus raíces y por lo tanto, podrá desarrollarse mejor y con mayor tamaño que otros que estén plantados sobre tierra gredosa y compacta como la que tiene la cresta de barranca.

Esto es lo que sucedió con el árbol que plantaron sobre el relleno con el que cubrieron el derrumbe de la boca en la barranca. Donde estaba la vieja puerta de hierro… Convencidos de que en ese sector desembocaba un posible “túnel”, intentamos todos estos años de traer nuevamente algún equipo que corroborara los datos que ahora teníamos. Por cuestiones económicas, nunca pudimos. Hasta hace poco…

En 2016 volvimos a contactarnos con gente que poseía un moderno detector con georadar que posibilitaba hacer una nueva pasada por el lugar. Cabe destacar que los Sres. Wilson Céspedes y José Luis Rubio García se ofrecieron a realizar la tarea sin el más mínimo costo para el Museo. De esta forma, acordamos una fecha. Los días previos, en el Museo intentamos “pensar como franciscanos” y situarnos en la época y en la geografía de aquel San Pedro de 1760.

Si nos hubieran pedido excavar un túnel, el motivo seguramente habría sido de escape. Escapar de malones, ataques de bandidos, rencillas políticas, etc. Y hacia dónde habría sido la mejor vía de escape? Sin dudas…hacia el río, donde podríamos tener una embarcación que, por más pequeña que fuera, nos permitiera alejarnos rápidamente de  los agresores. Pensar en escapar hacia el campo hubiera sido un suicidio. Entonces tendríamos que ver cuál sería el punto de la barranca más cercano al Convento para tener que cavar lo menos posible para hacer el túnel que se nos había encargado. Y ese punto es…la intersección de Salta y Boulevard Paraná! Justo donde estaba la antigua puerta de hierro, donde sucedió el derrumbe de una boca en la barranca y donde aún hoy se ven escombros de su rellenado.

Desde el Municipio (ex Convento) hasta allí, hay 122 metros. El tramo más corto a la barranca para cavar un túnel de escape que partiera desde alguna de las dependencias del antiguo convento franciscano.

Los días previos a la nueva pasada del equipo, conversamos con las familias propietarias de las casas por donde pensábamos que debía pasar el supuesto túnel de acuerdo a la línea que nos daba uniendo el Municipio con el punto donde había estado la puerta de hierro. Fue así que molestamos al Padre Molfesa para obtener el permiso de escaneo en el patio de la casa de las Hermanas Canonesas; a la familia Re y a la familia Luppi.

El domingo 17 de julio de 2016, a las 6.30 hs., con un tremendo frío, estábamos posicionados en la calle del boulevard pasando el equipo sobre el punto en el que, años atrás, otro aparato similar había indicado una cavidad bajo el pavimento. En pocos minutos, el georadar sonaba señalando que había detectado el mismo hueco que su antecesor de 2009. En el mismo lugar, la misma señal, con dos equipos diferentes y a pocos metros del derrumbe donde estuvo esa misteriosa puerta de hierro.

Con gran entusiasmo entendimos que era crucial buscar la continuidad de la señal hacia el Municipio. A las 7, el Padre Molfesa nos abrió la casa de las hermanas y pasamos el aparato por el patio de atrás, donde debería continuar el supuesto túnel. Increíblemente, la señal volvió a aparecer en una línea que cortaba el patio en diagonal, hacia la Municipalidad.

Dejamos ese lugar, ya muy entusiasmados, y fuimos a lo Ré, donde creíamos que continuaba; pero luego de unas pasadas sin resultados comprendimos que estábamos desviados. Si estaba, estaba del lado de la familia Luppi. Muy amablemente, la señora “Gogó” y su esposo Néstor, nos abrieron y atendieron en un gesto muy valorable por la confianza demostrada al equipo del Museo. Y “Gogó” nos tenía una sorpresa… Mientras calibrábamos y poníamos en condiciones el aparato para comenzar, “Gogó” dijo pasalo por acá”, señalando un punto exacto en su patio de césped. Y allí el equipo señaló nuevamente una cavidad alineada con los puntos de la barranca y la casa de las religiosas. Al ver nuestras caras de sorpresa, nos explicó que su madre, siendo ella muy chica, había visto el túnel durante un derrumbe que éste tuvo en su patio; habiendo traído, incluso, empleados que bajaron y vieron la construcción subterránea. Pero para aumentar la sorpresa, volvió a indicarnos otro punto. Esta vez dentro de su propia cochera, donde el georadar volvió a sonar y señalar una cavidad. Siempre en la misma línea que las demás mediciones que veníamos teniendo… Ya con varias señales que arrancaban en un punto en la barranca y se repetían en una misma línea en dirección a la Municipalidad, había que continuar hacia allí. En los días previos el Intendente Salazar nos había permitido, amablemente, acceder al jardín que da contra calle Perón, lugar que creíamos clave. Pero antes de ingresar, pasamos el quipo por calle Perón y sus veredas, en la franja por donde debía pasar la línea imaginaria de mediciones que veníamos trayendo desde el boulevard. Y así fue que se repitieron las señales en la vereda de Luppi y en un lateral de la calle. Ya adentro del jardín municipal, el georadar comenzó a sonar una, dos, tres y cuatro veces, en la misma línea diagonal, perdiéndose la señal bajo el edificio municipal…

De esta forma, en un solo lugar, teníamos indicaciones, con una continuidad de unos 15 metros, de una supuesta cavidad en el subsuelo. El 30 de julio, con el interés del Municipio, se decidió realizar, en su jardín, una serie de cuatro perforaciones testigo en un intento por dar con la supuesta cavidad que allí marcaba el georadar. Pero a pesar del esfuerzo realizado por la familia Bastía con su perforadora, la cual llegó a testear hasta unos 8 metros de profundidad, con una mecha de unos 12 cm de diámetro, no se pudo encontrar absolutamente nada.

HASTA AQUÍ LAS COSAS:

1- Un equipo electrónico señaló en 2009 una cavidad bajo el pavimento del boulevard Paraná, casi esquina Salta.

2- Seis testigos recuerdan allí la presencia de una antigua “puerta de hierro” en la barranca.

3- Un ex trabajador municipal recordaba haber rellenado el mismo lugar cuando  écadas

atrás se derrumbó.

4- Aún hoy, las pistas de ese “derrumbe rellenado” se conservan en la barranca.

5-Otro georadar, en 2016, detecta la misma cavidad en el mismo punto que el usado en 2009.

6-Se obtienen con el nuevo georadar una serie de 12 (doce) señales que detectan una posible cavidad en una línea diagonal que cruza por debajo de tres propiedades, desde el jardín municipal hasta la barranca.

7-Todos los testimonios, todas las señales electrónicas y el derrumbe donde estaba la puerta, confluyen en el punto de la barranca más cercano al lugar donde funcionaba el antiguo Convento Franciscano. Justamente hacia donde la lógica indica que se debería haber excavado si se decidiera construir un túnel de escape.

NUESTRAS CONCLUSIONES

Creemos estar muy cerca de poder asegurar que hemos encontrado evidencias concretas de un túnel que arrancaba en el predio donde funcionó el viejo convento y finalizaba en una puerta de hierro ubicada en la barranca. Un túnel de escape que fue construido hacia el río, la vía de salida más lógica en una ciudad con la geografía de San Pedro y en un contexto histórico como el que rodeaba al Convento por aquellos días. Lo tenemos localizado testimonial, histórica, lógica y electrónicamente. Pero no hemos logrado, aún, llegar a “tocarlo” físicamente. Sin embargo, con todos los datos que se han obtenido desde el Museo, creemos que la resolución de este tema comienza a entrar en su mejor momento. Este año trataremos de seguir ajustando detalles en el intento de lograr su descubrimiento físico pero creemos que ya sabemos desde dónde, hacia dónde y su longitud. Todo el conocimiento reunido hasta hoy sobre el tema, ha sido posible gracias a la interacción con los vecinos de San Pedro por lo tanto, desde el Museo, expresamos nuestro más sincero agradecimiento a todos ellos. Esta semana, este informe será elevado al Sr. Intendente Municipal, solicitándole el apoyo del Municipio para intentar llegar a la definición de este tema. Su descubrimiento definitivo aportaría a San Pedro su más preciada construcción histórica y un importantísimo atractivo cultural y turístico. Para nosotros, el túnel debería estar ahí donde los datos, los testimonios y la tecnología señalan “algo” en el subsuelo. Creemos estar muy cerca. Ahora sólo falta tocarlo…

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