Encuentran restos de un animal similar a un camello de 10 mil años de antigüedad

Julio Simonini, Ricardo Pasquali y José Luis Aguilar analizando las piezas.

La última campaña de prospección realizada días atrás por el Grupo Conservacionista de Fósiles en el yacimiento arrojó como resultado el hallazgo y recuperación de las dos ramas mandibulares de un animal llamado Macrauchenia, un herbívoro autóctono de Sudamérica que habitó durante gran parte del Pleistoceno y se extinguió hace unos 8.000 a 10.000 años atrás, aproximadamente. Macrauchenia, de apariencia similar a un camello actual, fue uno de los mamíferos más llamativos de los últimos 2 millones de años debido a la particular forma de su boca que terminaba con una prolongación del labio superior en forma de pequeña “trompa”. Este labio prensil era una adaptación evolutiva que le permitía arrancar con suma facilidad las hierbas de las cuales se alimentaba, otorgándole una extraña apariencia al rostro de este animal.

Este género no dejó representantes y se extinguió para siempre poco tiempo después que el hombre comenzara a colonizar el continente sudamericano. En algunos sitios arqueológicos, como en Arroyo Seco, se han hallado restos de Macrauchenia con signos de haber sido utilizados por los humanos como fuente de alimento.

Macrauchenia

El hallazgo de las piezas óseas fue realizado en uno de los laterales de la Reserva, contra la pared de barrancas que bordea el lugar, y fue necesaria una tarde de cuidadosos trabajos para poder retirar elsedimento que las cubría sin dañar a los valiosos fósiles.
El reciente descubrimiento de las mandíbulas fosilizadas de una Macrauchenia en Campo Spósito es un hecho significativo debido a que es el primer registro de estos animales en ese yacimiento.

Descubren los restos fósiles más antiguos de Sudamérica del antecesor de los caballos actuales

Los caballos: breve historia

La historia evolutiva de los caballos que hoy conocemos comenzó hace unos 50 millones de años con la aparición de un pequeño animal llamado hiracoterio. Del tamaño de un perro mediano, este herbívoro fue el primer eslabón de una cadena de cambios producidos a lo largo de millones de años hasta llegar a los caballos actuales, a los cuales se los denomina con el nombre genérico Equus.

La familia de los équidos, de la que forman parte los caballos actuales y sus ancestros, tuvo su época de gloria durante la prehistoria de América del Norte, donde se diversificó en varias especies hasta emprender, hace unos 3 millones de años, el viaje hacia América del Sur a través del recién formado istmo de Panamá.

El registro fósil nos muestra que en América del Sur habitaron dos clases de caballos, que se incluyen en los géneros Hippidion y Equus. A lo largo de su evolución, los integrantes del género Hippidion llegaron hasta el extremo más austral de la Patagonia, en la región de Magallanes –Chile–, mientras que Equus sólo logró llegar hasta los territorios de la actual región pampeana de la Argentina y buena parte de Uruguay.

Hasta hoy, los especialistas en fósiles del Cuaternario sabían que los caballos del género Equus habían arribado a esta zona hace más de 100.000 años, durante la denominada edad Lujanense, y que se extinguieron en Sudamérica, al igual que los del género Hippidion, hace unos 8.000 años atrás, a comienzos del Holoceno. Fue por eso que durante varios milenios América del Sur se quedó sin estos animales. Luego, en nuestra época, fueron reinsertados por los colonizadores españoles que los trajeron del continente europeo, donde nunca habían desaparecido.

Esto es lo que se sabía hasta hoy, pero parte de esta historia cambiará a partir de un reciente hallazgo paleontológico realizado en San Pedro.

El descubrimiento

Personal del Museo Paleontológico de San Pedro ha realizado un descubrimiento que cambiará la historia evolutiva de estos animales: se acaban de hallar molares de un caballo fósil del género Equus en sedimentos depositados hace unos 500.000 años, a comienzos de la llamada Edad Bonaerense, que son 400.000 años más antiguos que los ejemplares de ese género conocidos hasta hoy en la región pampeana. Esto obliga a replantear los estudios sobre estos animales, ya que demuestra que en realidad arribaron a esta zona de Argentina muchos miles de años antes de lo que se suponía.

Al mismo tiempo, el fósil de San Pedro pasa a ser, según la opinión del Dr. Eduardo Tonni, paleontólogo del Museo de Ciencias Naturales de La Plata, el ejemplar del género Equus más antiguo de Sudamérica debido a que su procedencia estratigráfica está bien clara y su edad puede ser determinada con bastante exactitud. Algo que no sucede con otros fósiles hallados anteriormente en Tarija, Bolivia, cuya capa de procedencia es dudosa y, por lo tanto, su antigüedad es discutible.

Las piezas encontradas son dos molares, lado izquierdo y derecho, de la mandíbula inferior de un caballo del cual se desconoce si corresponde a alguna de las especies conocidas o es, por su antigüedad, una totalmente nueva. A opinión del director del Museo Paleontológico de San Pedro, José Luis Aguilar, esto podría ser posible ya que “a este ejemplar lo separa una gran brecha temporal de los demás fósiles del género Equus conocidos.”

La identificación del fósil

El equipo del Museo Paleontológico de San Pedro no tardó en identificar los molares hallados como pertenecientes al género Equus. Sin embargo, a sabiendas de la importancia paleontológica que cobraría el hallazgo, decidieron consultar las opiniones de especialistas en esta clase de mamíferos.

Las conexiones efectuadas desde el Museo de San Pedro llevaron a entablar relación con los máximos estudiosos de los caballos fósiles sudamericanos. Por un lado, con el Dr. José Luis Prado, paleontólogo que se desempeña como decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad del Centro, en Olavarría, y por otro con el Dr. Eduardo Tonni, jefe de equipo del Museo de Ciencias Naturales de La Plata, experto conocedor de la fauna fósil de la llanura pampeana y asesor permanente del Museo Paleontológico de San Pedro.

Los dos científicos confirmaron que las piezas dentales correspondieron, efectivamente, a un ejemplar del género Equus, que, para las especies sudamericanas, se incluyen en un subgénero al que se denomina Amerhippus (caballo de América).

Sin embargo, no disimularon su asombro cuando desde el Museo Paleontológico de San Pedro se les comentó acerca de la antigüedad del sedimento donde fueron halladas, que rondaría los 500.000 años.

La historia evolutiva de estos caballos, sus cambios morfológicos a lo largo del tiempo y los movimientos que realizaron en el continente sudamericano están documentados a través de numerosos fósiles hallados en diferentes lugares.

Un hallazgo como éste viene a cambiar gran parte de los conocimientos adquiridos hasta hoy sobre un animal tan relacionado con el hombre.

Determinando la antigüedad del material descubierto

Para calcular la edad del sedimento portador del fósil, el personal del Museo de San Pedro se valió de un descubrimiento anterior realizado en el mismo lugar. En ese sitio aparecieron, hace un tiempo, restos de dos tipos de ciervos extinguidos que coexistieron únicamente durante la edad Bonaerense. Estos ciervos, que se incluyen en los géneros denominados Antifer y Morenelaphus, cohabitaron la región pampeana únicamente durante el mencionado lapso de tiempo. Por lo tanto, al confirmarse que se trataba de estos animales quedó inmediatamente definida la antigüedad de los molares del caballo fósil hallados en San Pedro, ya que se encontraron a escasos metros y en la misma capa de suelo que los restos de ciervos, es decir, en la correspondiente a los comienzos de la edad Bonaerense.

En la identificación de los restos de los ciervos fósiles participó la Lic. Alejandra Alcaráz, única especialista en el país que se halla efectuando una revisión completa de este tipo de mamíferos.

Importancia del descubrimiento

Los restos de caballos fósiles sudamericanos del género Equus conocidos hasta ahora, en esta región del país, provienen, en su mayoría, de la edad Lujanense, que transcurrió desde unos 130.000 años hasta unos 8.000 años atrás. Es decir que, de acuerdo a este registro, estos caballos habían llegado a esta zona durante ese lapso de tiempo.

Los molares descubiertos por el Museo Paleontológico de San Pedro vienen a cambiar radicalmente esta historia, ya que se hallaron en un sedimento muchísimo más antiguo, que se formó hace unos 500.000 años durante la edad Bonaerense y abren la posibilidad de encontrarnos ante el descubrimiento de una nueva especie.

Tanta diferencia entre lo conocido hasta hoy y lo descubierto ahora en San Pedro obliga a los especialistas abocados al estudio de los caballos fósiles a efectuar una revisión de su ingreso a América del Sur y replantear la diversidad de especies dentro del género Equus.

Lugar del hallazgo

Los molares fueron recuperados en una capa de color verde grisáceo que conforma el piso de la Reserva Paleontológica “Campo Spósito”, en el Bajo del Tala, partido de San Pedro.

En este lugar, declarado de Interés Municipal y protegido como yacimiento paleontológico, ya se han recuperado unos diez géneros de mamíferos fósiles que habitaron durante los comienzos de la edad Bonaerense. Los restos de estos fósiles se hallaron en una capa de sedimentos de color verdoso que se formó hace medio millón de años y fue el lecho de un antiguo río hasta que, hace un tiempo, unas excavadoras que trabajaban allí retiraron, sin saberlo, los sedimentos que lo cubrían. Más tarde, los ojos del personal del Museo Paleontológico dieron con un fantástico depósito de piezas fósiles. Este lugar es, sin dudas, una verdadera caja de sorpresas.

En este caso, la erosión producida por las lluvias dejó expuesto un molar que se confundía con las rocas del lugar. En recorrida por el sitio, propiedad de la firma arenera Spósito S.A., se detectó la pieza y comenzaron los trabajos.

A poco de iniciada la excavación en el sitio apareció la segunda pieza dental del caballo fósil.

Los trabajos en el punto del hallazgo continuarán en los próximos días en busca de más piezas del ejemplar que sumen datos a la investigación con el fin de determinar si se trata de una especie desconocida.

Un calentamiento global ocurrido hace medio millón de años

Por Dr. Ricardo Pasquali

Universidad de Buenos Aires

Colaborador del Museo Paleontológico de San Pedro

La capa de sedimentos verdosos en la que se hallaron las muelas del caballo, además de otros numerosos restos fósiles, forman parte de lo que Florentino Ameghino denominó “belgranense continental”. Los sedimentos que lo componen son de origen lagunar y se observan a lo largo de las barrancas del Paraná. Esta capa se formó a partir de un avance de las aguas sobre las zonas continentales como consecuencia de un calentamiento global que ocurrió hace unos 500.000 años, en el inicio de la edad Bonaerense.

Más al sur, también como consecuencia del aumento del nivel del mar, se produjo el avance de aguas oceánicas, las que, al retirarse en épocas menos cálidas, dejaron un depósito con abundantes caparazones de caracoles marinos Este depósito había sido descrito por primera vez en 1857 por el ingeniero en minas francés Auguste Bravard después de haber realizado un estudio sobre una pequeña loma ubicada en el actual barrio de Belgrano de la ciudad de Buenos Aires, donde afloraba con un espesor de 6 metros. Ameghino denominó a esta capa “belgranense marino”.

En San Pedro y sus alrededores, esta capa verdosa es un rico yacimiento paleontológico y, además, gracias a su color distinto al de los demás sedimentos que se observan en el lugar, permite identificar rápidamente a las capas depositadas durante la finalización de la edad Ensenadense, que se encuentran debajo, y el comienzo de la edad Bonaerense, que se encuentra por encima.

Descubren en Argentina sorprendentes restos de un pez fósil

Es un “dorado”. Sería un ejemplar único por antigüedad y estado de conservación.

Habitó durante el último calentamiento global cuando el mar estaba ingresando al continente.

El equipo del Museo Paleontológico de San Pedro, ubicado a 170 km de Buenos Aires, ha realizado un descubrimiento muy importante para el estudio de los peces continentales de Argentina: se trata de los restos de un “dorado” (nombre genérico Salminus sp.) cuya antigüedad estaría comprendida entre los 6.000 y los 8.000 años.

Las partes halladas son, en su mayoría, componentes del cráneo del animal y una sección del lateral izquierdo del cuerpo del pez con sus huesos totalmente articulados.

Resulta muy llamativo, y es lo que hace muy valioso a este ejemplar, que se hayan preservado, incluso, varias de las escamas que cubrían el cuerpo de este dorado.

Las piezas fueron halladas a pocos kilómetros de la ciudad de San Pedro, a unos 200 metros del curso actual del río Paraná y depositadas en un sedimento de color marrón-verdoso muy intenso.

El análisis microscópico de pequeñas algas extraídas de dicho sedimento reveló que cuando este pez vivía la zona comenzaba a recibir agua de una lengua de mar que estaba inundando la región producto del último calentamiento global.

El lugar del hallazgo

El sitio donde fueron recuperadas las piezas es una zona baja, ubicada a pocos kilómetros al norte de la ciudad de San Pedro, provincia de Buenos Aires. Allí se puede observar, a escasos centímetros debajo del nivel de piso actual, un cordón de sedimentos marinos depositados durante la última ingresión del mar en la región ocurrida a mediados del Holoceno.

A un (1) metro debajo de esa línea y a unos 200 m del curso que actualmente ocupa el río Paraná, se encontraron las partes de este importante pez del género Salminus, comúnmente conocido como “dorado”.

El sedimento que contenía los fragmentos presentaba un color marrón-verdoso muy intenso que denota la antigua existencia de un suelo anegado con poca oxigenación.

Análisis de las algas

El sedimento portador fue objeto de minuciosas observaciones en busca de diatomeas, pequeñísimas algas presentes en los cuerpos de agua que pueden aportar datos, de acuerdo al género presente en el medio estudiado, sobre algunas características ambientales reinantes durante la formación del material analizado.

En las muestras revisadas se fotografiaron varios géneros de estas pequeñísimas algas, una de las cuales (Diploneis sp.) habita, hoy en día, en aguas ligeramente salobres.

Este dato resulta muy importante, a criterio del equipo del Museo Paleontológico de San Pedro, para efectuar una estimación de la antigüedad del ejemplar ya que, sumado a la ubicación que ocupaba el pez en los estratos del lugar, estaría indicando que este dorado cazaba en la región en momentos en que el río comenzaba a cambiar de dulce a salado debido al avance del mar sobre el norte de Bs As, acontecimiento ocurrido entre 6.000 a 8.000 años atrás.

El preparado de las muestras y la individualización de las algas microscópicas estuvo a cargo del Sr. José Luis Aguilar, jefe del equipo descubridor de los restos y del Dr. Ricardo Pasquali, profesor de la Universidad de Buenos Aires.

En la identificación de los diversos géneros de diatomeas fotografiados colaboró la Dra. Nora Maidana, del Laboratorio de Diatomeas Continentales del Dpto. De Biodiversidad y Biología Experimental de la UBA.


Partes halladas

Fueron extraídos dos conglomerados de sedimento solidificado conteniendo las piezas. En uno, luego de una lenta y cuidadosa limpieza, se visualizaron varios fragmentos que formaban parte del cráneo del dorado, la rama mandibular izquierda con seis dientes y el círculum opercular que es una estructura redondeada, plana y estriada que resguarda las branquias. Los dientes son de forma cónica, curvados hacia adentro y muy afilados, característicos de este veloz depredador de los ríos.

En el otro pequeño “bochón” se puede apreciar un fragmento del lateral izquierdo del pez con sus delicados huesos totalmente articulados. Se ven 6 vértebras con sus respectivas costillas del lado interior del mismo y del lado externo una serie de escamas y piezas de la sección posterior de la cabeza del animal.

Importancia del descubrimiento

El estudio de los peces de agua dulce en Argentina siempre ha sido un tema complicado debido a la escasez de materiales fósiles, especialmente en el área de la región pampeana. En parte, esto es el resultado de ciertas características de los sedimentos pampeanos que no favorecen la fosilización de las delicadas piezas óseas y cartilaginosas que conforman un pez.

Este caso es importante por dos aspectos principales:

**El milenario dorado descubierto en San Pedro es un material único ya que, hasta ahora, no existían registros del género Salminus para el rango temporal asignado a este ejemplar. Es decir, que este hallazgo viene a cubrir una brecha de tiempo en la que nunca se habían encontrado restos de estos peces.

**Por otro lado hay que decir que la asombrosa conservación de este fósil es algo verdaderamente inusual, hasta tal punto que uno de los fragmentos recuperados conserva 31 escamas absolutamente intactas. Algo muy llamativo ya que, por lo general, esas piezas se pierden por estar constituidas de un material blando que se degrada fácilmente después de un tiempo.

El “dorado” (Salminus sp.) es el pez nacional de la República Argentina pero su espíritu de luchador incansable lo ha convertido, lamentablemente, en una presa muy codiciada por los pescadores hasta el punto de encontrarse, en estos tiempos, en una situación complicada de supervivencia.

Los registros fósiles de estos “tigres del río”, como los llaman en ciertas zonas, son extremadamente infrecuentes y, por lo tanto, muy necesarios a la hora de armar su historia evolutiva.

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