Confirman la presencia del mar en la región hace unos 7.000 años.
En los últimos días el Museo Paleontológico de San Pedro ha recibido algunas piezas fósiles muy interesantes.
En efecto, el Sr. Carlos Boari, contratista de excavaciones y movimientos de suelo, halló restos de una ballena mientras construía un canal artificial con su maquinaria.
Las piezas de este animal se suman a las de otro hallado hace un tiempo en un campo de la zona.
El grupo del Museo Paleontológico de San Pedro, Buenos Aires, Argentina, sabe que hace unos 7.000 años los sectores bajos de la zona norte de la provincia donde vivimos se vieron cubiertos por una ingresión marina que se produjo como consecuencia de un aumento global de la temperatura.
Es decir que, al haber un derretimiento importante de los hielos el nivel de los mares subió varios metros por encima de su nivel actual. Como todo el norte bonaerense presenta ciertas ondulaciones, cada una de las partes “bajas” de dichas ondulaciones (como el Bajo del Tala, en San Pedro; Bajos de Alsina en la localidad de Baradero; Bajo del Arroyo Espinillo camino a Vta. de Obligado, también en San Pedro; Bajo del Arroyo Las Hermanas en partido de Ramallo, etc.) se transformaron durante un tiempo en tranquilas playas con agua salada y fauna marina.
Dentro de esa fauna había ballenas que, en algunos casos, se vararon en aguas poco profundas y murieron sin poder volver mar adentro.
A uno de esos cetáceos corresponden los restos hallados por Carlos Boari mientras trabajaba con su máquina.
El hombre recuperó fragmentos del cráneo, partes de una costilla, un trozo de la mandíbula y una falange completa que puso a disposición del Museo Paleontológico. Personal de la entidad está abocado a la tarea de identificar la especie a la que perteneció el gran animal.
Este hallazgo se suma a otro de restos de ballena efectuado por el Grupo Conservacionista de Fósiles, responsables del Museo de San Pedro, tiempo atrás en una estancia de la zona donde se rescató una pieza ósea que unía una de las aletas con el cuerpo de uno de esos grandes mamíferos marinos. Dicha pieza mide unos 70 cm y pesa unos 20 kg.
En el caso de este último individuo se sabe que perteneció a la especie Balaenoptera physalus o “rorcual común”.
En el sitio donde se encontró esta ballena se realizó un muestreo que determinó la presencia en el lugar de una antigua playa poco profunda y se recuperaron mejillones, arena y decenas de unos pequeñísimos caracoles llamados Litoridina australis de tan sólo 7 mm de longitud.
Este minúsculo caracol hoy habita zonas de aguas poco profundas y salinidad moderada, donde el mar se mezcla con el agua dulce de los ríos que desembocan en él. Playas tranquilas, estuarios de poco oleaje y aguas quietas. Este pequeño molusco nos cuenta cómo era el ambiente donde vivieron y murieron estas ballenas hace decenas de siglos atrás.
Y los restos de estas ballenas, con su silenciosa presencia, nos cuentan cómo fue la zona hace unos… 7.000 años, cuando el mar llegó a penetrar más de 200 km tierra adentro de su lugar actual.
Un trabajo a largo plazo
Estos hallazgos no son aislados ni mucho menos.
Desde hace un tiempo el Museo de San Pedro viene recopilando datos en diferentes puntos, observando diferentes muestras y piezas fósiles provenientes de los sedimentos que atestiguan aquella ingresión del mar en la zona.
Sitios distantes varios kilómetros uno de otro han aportado conchillas, mejillones, caracoles, restos de mamíferos marinos, arena, etc. que forman parte de un gran rompecabezas que, por lo que sabemos hasta el momento, nos muestra la imagen de varias lenguas de mar cubriendo zonas bajas y entrando muchos kilómetros campo adentro. Esas zonas bajas son aquellas por donde fluyen los arroyos que actualmente recorren esta región del norte bonaerense (Bajo de Alsina, A° Tala, río Arrecifes, A°Espinillo, AºLas Hermanas, etc).
Debe estar conectado para enviar un comentario.